La oración si importa, Jesús es nuestro Maestro


La oración es un diálogo, es toda elevación del corazón a Dios, es una respuesta a un llamado, es relación.
A pesar de que este diálogo no es entre iguales sino de una criatura con su Creador, no implica que no sea un coloquio amoroso, desde nuestra pequeñez podemos hablarle con confianza, porque él demuestra su grandeza en su cercanía, ni siquiera somos nosotros los que lo buscamos, él produce en nosotros la iniciativa para amarlo.

El Catecismo dice que la oración es un pacto, una alianza, y no me gusta mucho esta imagen porque suena fría (aunque sé que no es así), prefiero pensar en una charla, tomar un cafecito con Dios, platicarle nuestras cosas y dejar que él nos platique las suyas, es un estar con él, simplemente para conocerlo y acercarnos más.

Hablarle no porque no nos conozca, (nos conoce mejor que nosotros a nosotros mismos) sino para abrirle el corazón con humildad, para que escuche de nuestra propia voz, nuestra necesidad, nuestros deseos, nuestro sentir, exponer con confianza de hijos lo que hay en el corazón. Por eso este dialogo de amor requiere ante todo sinceridad, abrir el corazón y exponernos a su mirada tal cual somos, su gracia puede transformarnos cuándo y cómo él quiera, entonces no tenemos necesidad de fingir, podemos ser como niños ante sus ojos, necesitados, frágiles, pecadores, pero deseosos de amarlo, de conocerlo, de confiar más en él, de abrir el alma a su acción, especialmente seguros de que somos amados profundamente a pesar de no ser perfectos.. 

Por eso la oración no se trata de una obligación que se tiene que cumplir, sino algo que surge de un corazón que tiene necesidad de Dios.

Jesús es el maestro el nos enseña a orar porque toda su vida es oración; acción de gracias, alabanza, adoración, reconocimiento. 

Voy a mostrar sólo dos ejemplos de momentos en los que Jesús nos enseña a orar.

  • Elección de los apóstoles - “Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. "(Lc 6,12-13)

Jesús ora antes de tomar una decisión importante, en este caso pide al Padre que lo ilumine para elegir a los que serán fundamento de la Iglesia. Nos pone el ejemplo de que cuándo vamos a tomar decisiones, es mejor que con humildad reconozcamos que no sabemos todo, que nuestras decisiones no siempre son acertadas, que es más razonable pedir a Dios la luz para elegir lo que corresponde a su voluntad. 

Muchas veces no sabemos lo que nos conviene y pedimos con insistencia algo que Dios no nos va a conceder, no reflexionamos los acontecimientos y no vemos a nuestro alrededor que todo nos señala que eso que deseamos no es bueno para nuestra salvación, generalmente se nos cierran las puertas, se niegan todas las opciones y aun así, no entendemos que esa no es la voluntad de Dios para nosotros. Oremos pues para poder ver. 

  • Jesús ora en el Templo - "Él les dijo: Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" (cf. Lc 2,46-49)

Su ejemplo nos invita a comportarnos como hijos de Dios, a asumir que debemos ocuparnos de las cosas del Padre como él, al menos debiéramos relacionarnos con él y amarlo, dar testimonio con la vida de que somos hijos de ese Padre. 

A veces somos católicos pero nuestro testimonio dice otra cosa, cuando su voluntad no coincide con la nuestra lo abandonamos, no vivimos con congruencia, no somos hermanos de los hombres, no alabamos y agradecemos a ese que decimos es nuestro Padre. Oremos pues para amar y tener más confianza en el Señor.

 Así nos lo enseñó Jesucristo.


Referencia

-Coeditores católicos de México, Catecismo de la Iglesia Católica, 1999, México, Ediciones EUNSA

 (Números 2558-2611)


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