Una trampa de todo este engranaje de la cultura de la muerte es el lenguaje confuso y ambivalente con que han penetrado en todos los ambientes sociales, esto significa que desgraciadamente ya no nos comprendamos con conceptos que antes eran comunes.
Por ejemplo; hoy podemos escuchar con naturalidad y hasta con cierta indiferencia que en México desde 2007 aumentaron más de un 64% las "interrupciones de embarazos", la verdad es que los embarazos no se interrumpen porque no se retoman a discreción, esta cifra nos está diciendo que aumentó el número de asesinatos de niños no nacidos.
Con estas palabras confusas pretenden minimizar la atrocidad del hecho, los hombres de hoy se tienen que preguntar ¿el aborto es un asesinato? Obviamente si, la realidad no cambia porque la digamos distinto. No son las ciencias ni las opiniones las que determinan el valor de la persona, este valor las trasciende porque viene de Dios y es él quien la sostiene en la existencia y da a cada vida su sentido.
El asesinato no está mal simplemente porque sea socialmente reprobable o se castigue con la ley, sino por la convicción profunda del valor de cada ser humano, esta verdad es absoluta, la inteligencia la percibe y la conciencia lo grita. Si queremos vivir en un mundo más justo, más noble y más bueno, debemos reconocer los valores absolutos y perdurables, adherirnos a la verdad que se manifiesta en la realidad creada y así vivir cara a Dios con una moral más sólida.
Referencias
- Aciprensa (1991), El aborto, 100 cuestiones y respuestas. noviembre
2020. Sitio web
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